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Presentación

Grandes movilizaciones indignadas, revoluciones indescifrables en países árabes, y anuncios míticos sobre fin del mundo y advenimiento de otro, marcan los recientes escenarios políticos, sociales y culturales con que la humanidad enfrenta la tan mencionada crisis general de la civilización.

En la raíz, tanto de la tribulación como de las conmociones ubicuas que intentan responder, hay tres perplejidades:

–     Después de la caída del comunismo, es hegemónico el capitalismo en su estadio salvaje. Parodiando una consigna alegre de los sesenta, “Burguesía, tus días están contados”, un grafiti burlón rayó en la pared “Capitalismo, tus milenios están contados”. ¿Es verdad que este sistema del lucro que no cesa, es eterno? ¿O teóricos, planificadores, campesinos e indígenas son capaces de ponerle cascabel a este gato?

–     La degradación del medio ambiente ha llevado a pronosticar el año en que se acabarán agua, petróleo, aire puro, capa de ozono, hielo polar, costas, especies animales, alimentos. Las fechas de penuria se ubican en este XXI. También se estima que el hombre como género necesitará de tres a cinco planetas, para gastar como consume hoy. De modo que la Tierra se acabaría antes que el capitalismo que la destruye. ¿Qué replican científicos, ambientalistas, investigadores de ancestros, pequeños cultivadores y procesadores de alimentos sanos?

–     Ni convocatorias de indignados ni escaramuzas de rebeldes árabes ni el contagio de la profecía maya se habrían potenciado, de no existir infinitas pantallas y pantallitas enganchadas a la red virtual universal. La vida cotidiana de 7 mil millones de terrícolas no se entendería en su frenesí sin computador, internet, celular, tableta, GPS, facebook, twitter, youtube. A las nuevas generaciones les ha nacido un órgano, el audífono. ¿La bendición tecnológica origina trastorno obsesivo compulsivo? ¿El exceso de información es fracaso de comunicación y conocimiento; y ambos, colapso de sabiduría? Que iluminen el camino nativos digitales, comunicadores, catedráticos, poetas.

La poeta cubana Dulce María Loynaz, premio Cervantes 1992, escribió: “La verdad hace la Fe; y algunas veces la Fe hace o arrastra la verdad reacia”. La pretensión de este quinto encuentro de Disoñadores del Futuro –segundo en zona central de Colombia- es rodear la verdad escondida en las perplejidades contemporáneas mencionadas. Y que esta verdad haga la fe, encienda fuego colectivo, para que el reacio nuevo mundo sea arrastrado a la existencia.

Por eso ‘Disoñadores’ no es un movimiento, ni una ONG, ni un plantel académico, ni busca crear un partido político. Es grupo de cómplices que se reúne para vivir una experiencia intraducible. Debate ideas, las aterriza sobre la llaga colombiana,  las dora en hoguera, intenta formularlas en poesía, las medita, las cocina con hierbas orgánicas, las goza con música de terciopelo y baile antillano, las lee en hojas de árbol, las condimenta con picardía de sexo, las camina sobre césped. Y como en carnaval, quien lo vive es quien lo goza.

Festejar mundos mejores es también, pues, convocar la aparición de esos mundos mejores.

 

Perfil de un Disoñador

 

Es una persona que confía en el poder de la imaginación creativa. Desarrolla alternativas en las áreas de producción, ciencia, arte, ecología o movimientos sociales. Es decir, es amigo de la naturaleza, la gente, el bien vivir, la armonía social, la investigación y los sueños como guía de la acción.

 

Un Disoñador no se presenta como representante o delegado de una institución. No es un funcionario. Es un individuo que lleva por dentro su fuego y que quiere comunicarlo para entusiasmar a otros. De ahí que su lenguaje no sea oficial ni académico, sino una fusión de inteligencia, emoción y solidaridad.

 

El Disoñador hace esfuerzos por superar la antigua antinomia política de izquierda y derecha. Aporta a la construcción de un nuevo paradigma ante el declive de una época cultural y política. Cuestiona el profundo deterioro ambiental, analiza las condiciones que ponen en jaque el modelo social, económico y político vigente, y propone valores como principios reguladores para una convivencia respetuosa de la vida en general.

 

Por eso su lógica no es de confrontación sino de diálogo. Es consciente de que nadie tiene la verdad total porque esta no existe. Y de que cada cual enseña el fragmento de su universo personal, para enriquecer el concierto general.

 

El Disoñador es un especialista en su área, pero procura estar abierto a la complejidad de la vida y del pensamiento. Es un intelectual, en calidad de campesino o de astrónomo, pero sabe que el ser humano piensa con todo el cuerpo. Y que este cuerpo está inmerso en la naturaleza de la que forma parte.

ARTURO GUERRERO

Escritor