Producir ecológicamente no se refiere únicamente a obtener alimentos sin el uso de agroquímicos, sino también a tomar en cuenta todo el agroecosistema, sus alrededores y los recursos humanos, implica involucrar todos los niveles de la producción, incluso la reconstrucción del sistema agroecológico para incluir zonas de diversidad de flora y fauna(Altieri, 1993)
La recuperación de los sistemas que promuevan estos principios, el trabajo en torno a la reconversión de diversas unidades de producción en función de ellos, la búsqueda generalizada de su aplicación, muestra el camino hacia el logro de la sostenibilidad y contribuye a construir alternativas para trabajar eficientemente las relaciones entre los sistemas de producción y los ecosistemas en los que se establecen.
La investigación y las acciones en esta dirección adquieren una relevancia cada vez mayor, especialmente cuando abordamos problemáticas con el manejo integrado de las rondas hídricas, la conservación de la calidad y cantidad de fuentes de agua, la conservación de la biodiversidad o bien para el desarrollo de propuestas para zonas de amortiguamiento, en torno a las zonas de reserva o parques naturales, en fin todo esto debe sentar bases para un ordenamiento territorial que combine la producción y la conservación y fortalezca la viabilidad de un desarrollo sostenible.
La integración práctica entre producción y conservación de la biodiversidad, asegura la puesta en marcha de los principios agroecológicos para una producción de alimentos más amigable con el entorno natural, económicamente viable y políticamente concertada con los principios de la organización social que construye una propuesta de vida para los campesinos e indígenas de este sector del país.